DIFERENTES ACCESOS A UN MISMO SITIO

Diferentes accesos a un mismo sitio, 1998
+info

DIFERENTES ACCESOS A UN MISMO SITIO

Todos los interesados en la creatividad, vengamos de donde vengamos, llegamos a un espacio común que se manifiesta sólo cuando la obra está acabada. Antes de eso, el autor hace un recorrido personal donde las experiencias acumuladas, incluso las sedimentadas por las preocupaciones ajenas a lo propiamente artístico, dan forma a ese trabajo. El único modo preciso de entender o interpretar lo que está formalizado sería recorrer el proceso que le ha dado origen.

Un proyecto, realizado un año antes para un espacio concreto de un Centro de Arte, se remuneraba con una cuidada publicación individual que, en mi caso, abarcaba una amplia revisión de mi trabajo. Tras los consiguientes meses de preparación, después de recopilar las imágenes, escribir los textos y maquetar la publicación, el libro llegó a la imprenta. Prácticamente cuando el dedo del impresor se dirigía al botón de la rotativa, alguien dio la orden de parar la máquina. El responsable de la institución había sido destituido y se paralizaron todos sus anteriores compromisos. Más tarde, la nueva dirección me notificó que mi libro no se publicaría.

Además de estar al margen de cualquier ética profesional, este comportamiento implica también que desde las instituciones artísticas se puede manifestar la misma desconsideración hacia el trabajo del creador -y lo que es más grave, hacia su tiempo- que desde ámbitos ajenos a esta práctica: el artista es un ente etéreo, vive fuera de la realidad, no come, es prescindible. Por eso, la pretensión de que todos pisamos el mismo espacio sólo por cruzarnos es exagerada, y de que el camino que recorremos alrededor del arte es el mismo, inexacta.

Cuando se me invitó a realizar un trabajo en el exterior de la sede de la Bienal de Pontevedra, partí como en otras ocasiones de la especificidad del lugar donde se iba a intervenir y, como siempre, impulsado por lo que en ese momento ocupaba mi cabeza. Instalé en la entrada de un espacio dedicado al Arte, indicadores y banderas similares a las utilizadas en cualquier otro evento o feria. Banderas transparentes que nada representan y la señalización de tres accesos diferentes para un espacio común. Por la entrada de los artistas acceden también los familiares y amigos, que indefectiblemente son nuestro hogar: ese lugar donde, según Gary Indiana, te consideran incluso cuando no eres nadie. Por la segunda entrada, los demás profesionales del arte, y por la tercera el público en general, que puede tener, si está libre de prejuicios y ataduras, la visión más objetiva.