LA ALDEA FANTASMA

LA ALDEA FANTASMA, 2011
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A Aldea Fantasma

Esta multitud de espantapájaros en La Ciudad de la Cultura de Santiago no está ahí para espantar pajaritos que nada tienen que comer en este campo de cemento, sino para cubrir el hueco de las personas reales que están ausentes, porque no acuden, como hubiera deseado el promotor D. Manuel, a su mausoleo. El pueblo llano que lo aupó largo tiempo como el gran guía ya no sigue aquí su paternal brazo alzado al modo de Kim Il-Sung porque ese gesto sobre el pedestal no conduce más que a su propia caricatura.

La desmesura de esta obra que solo está a la altura de la obscenidad de su presupuesto es el producto de una patética ambición provinciana. Se vacían las arcas y décadas del futuro del resto de los centros culturales del país a cambio de una expiración grotesca. Disparates como este no prescriben y aunque algunos se esfuercen en disimularlo, su luz mortecina proyectará siempre la sombra de un gran error.